• Mayor densidad energética:

Tienen una densidad de energía mucho mayor, lo que significa que pueden almacenar más energía en un espacio más pequeño y con menos peso.

 

• Vida útil más larga:

Vida útil más larga que las baterías de ácido, con un mayor número de ciclos de carga y descarga.

 

• Carga rápida:

Se cargan más rápidamente que las baterías de ácido, clave en aplicaciones donde el tiempo de recarga es crítico.

 

• Menor mantenimiento:

Requieren menos mantenimiento que las de ácido, ya que no necesitan ser rellenadas con agua y no sufren de problemas como la sulfatación.

 

• Mayor eficiencia:

Mayor eficiencia de carga y descarga, lo que significa que pierden menos energía durante estos procesos en comparación con las baterías de ácido.

 

• Menor tasa de autodescarga:

Tienen una tasa de autodescarga mucho menor, lo que permite que mantengan su carga durante períodos más largos sin uso.

 

• Mayor rango de temperatura:

Funcionan mejor en un rango más amplio de temperaturas, lo que las hace más adecuadas para diversas condiciones ambientales.

 

• Amigables con el medio ambiente:

Estas baterías son más eficientes y duraderas, lo que puede reducir el impacto ambiental a largo plazo comparado con las baterías de ácido que necesitan ser reemplazadas con mayor frecuencia.

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